viernes, agosto 18, 2006

México - Segunda Parte

Eran pasadas las tres de la tarde y el calor agobiaba. Ennis se estacionó frente a un hotel, y sin intención de descender de la camioneta, abrió la ventanilla para tomar aire. Un olor agridulce que llegaba en oleadas ardientes desde la calle, lo invadió todo.

Por unos momentos, deseó que su viaje terminase allí, que el sopor en que se hallaba sumido, lo fuese depositando poco a poco en brazos de la inconciencia.

Aunque a la fuerza, se había convencido de lo contrario, tuvo que reconocer que no estaba preparado para enfrentar aquel lugar que ponía fin a su travesía, y antes de cerrar los ojos para protegerlos de la intensa luz del sol, sintió en la boca el gusto salado de las lágrimas que era incapaz de derramar.

- Dime, Jack…y ahora qué…

No supo cuánto tiempo pasó, pero su instinto, siempre alerta, lo hizo recuperar la conciencia justo a tiempo para esquivar una mano que se deslizaba sigilosa por la ventanilla donde apoyaba la cabeza. La rapidez de sus movimientos logró asustar al curioso: un niño que no pasaba de los 8 años de edad. El pequeño, de inmensos ojos negros, corrió a los brazos de un anciano que observaba la escena desde la entrada del hotel.

- ¡Está vivo, abuelo!... – exclamó excitado.

Ennis intuyó que hablaba en español, porque no entendió ni media palabra.

- Así veo, Panchito – el hombre acarició los cabellos del muchacho y luego agregó – vé a buscar una cerveza fría...

Cuando el recién llegado notó el interés que despertaba, intentó poner la camioneta en marcha y largase de allí, pero descubrió con frustración que ya no le quedaban fuerzas.

- No sé vé bien, amigo – dijo el anciano acercándose.
- No hablo español – respondió él sin mirarlo, como si con eso, pusiera una muralla infranqueable entre los dos.
- Pues, en cualquier idioma, luce usted terrible – continuó el hombre en un inglés mal pronunciado, pero entendible -, baje de esa camioneta antes de que muera achicharrado ahí dentro...
- ¡Abuelo!... – el chico volvió a su lado con la botella de cerveza.
- Dásela al señor...
- No es necesario...

Pero la botella llegó a sus manos y en cosa de segundos, pudo comprobar cuán sediento estaba.

- Es gringo, abuelo... – el pequeño sonrió y lo observó, curioso – yo también hablo inglés – dijo con un acento muy marcado.
- Ajá – murmuró Ennis, sintiendo el estómago revuelto. Hacía muchas horas que no comía y la bebida, estaba causando estragos. Muy a su pesar, tuvo que bajar de la camioneta.
- Dentro de poco se sentirá mejor, - lo animó el anciano -, ha llegado a la peor hora, la hora de la siesta...
- Necesito refrescarme – dijo Ennis, sin oírlo. Todo le daba vueltas.
- Vamos, entre...

El abuelo hizo un gesto al nieto y éste tomó la mano del sorprendido forastero, para conducirlo hasta el baño del rústico hotel. Después de concluir su trabajo de guía, desapareció.

Ennis estaba a punto de desfallecer, se deshizo del sombrero e inclinó el cuerpo hacia el lavamanos, abrió la llave del agua y mantuvo la cabeza bajo el chorro hasta que logró recobrar el aliento. Poco a poco, sus irritados ojos se adaptaron a la semipenumbra del estrecho cuarto, que a pesar de su aspecto ruinoso, se sentía fresco y olía a limpio.

Tardó aún unos minutos en recuperarse y comprender que aunque las náuseas habían desaparecido, el malestar general no iba a abandonarlo hasta que comiera algo.

Mientras contemplaba su distorsionada imagen en el espejo, exclamó entre dientes:

- ¡Pero...qué diablos hago aquí!...

Unos golpecitos en la puerta, fueron suficiente estímulo para poner en marcha ese acto reflejo que ya formaba parte de su personalidad, calarse el sombrero. Una vez que lo tuvo bien asegurado sobre la cabeza, abrió la puerta.

- Vaya... – dijo el anciano al verlo aparecer -, le han vuelto los colores al rostro.

Y acto seguido, le tendió una mano.

- No tuve oportunidad de presentarme antes, Fernando Domínguez, para servirle.


Ennis se detuvo en la franca mirada de aquel hombre pequeño, de piel morena y cabello blanco.

- Mucho gusto – murmuró estrechando su mano.

Como si este simple hecho los convirtiera en amigos, el anciano echó a andar y le indicó que lo siguiera.

- Mi nieto Panchito fue por algo de comer, de seguro tiene hambre.
- Le agradezco, pero sólo voy de paso...
- Con mayor razón.

Lo condujo hasta la cocina/comedor que, según le contó, a esa hora estaba vacía. Ahí los esperaba Panchito, enseñando una amplia sonrisa que formaba hoyuelos en su pequeño rostro aceitunado. Sobre la mesa, descansaba un plato con tortillas de maíz.

El abuelo volvió a hacer un gesto y el chico recitó:

- Bienvenido a México, señor.

Ennis fue incapaz de pronunciar palabra. Bajo ningún punto de vista, la situación en que se encontraba, rozaba la idea que se había formado de su visita a México. Un niño y un anciano intentando complacerle, no encajaban en su angustioso estado de ánimo.

Cuando su estómago reclamó por alimento, estuvo a punto de dar excusas y marcharse, pero algo le dijo que eso sería aún más embarazoso que aceptar el ofrecimiento. Sin mucha ceremonia, se sentó junto a la mesa y clavó la vista en el suelo. No podía sentirse peor.

- Vamos a dejar que coma tranquilo – lo tranquilizó el anciano, mientras rodeaba los hombros de su nieto -, pero antes y si me disculpa…no me ha dicho su nombre.

Ennis levantó la mirada y sintió que las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Cuando al fin pudo responder, le faltaba el aliento:

- Mi nombre es Jack. Jack Twist.

(Continuará)

6 comentarios:

pon dijo...

Sí señora, ese es su nombre. Por fin se dió cuenta.

Anónimo dijo...

Y llegó a México y Jack Twist salió de su boca..ayyy este Ennis!

Alitas,me encanta como vas desenredando el nudo.

Besines.

Anónimo dijo...

Alas, lográs que las palabras de tu relato se transformen en imágenes instantáneamente para mí.
Sigo atentamente el desarrollo de la historia...
JfT

un-angel dijo...

¡Cáspita!...¿como que su nombre es Jack Twist?...se me disloca la realidad. Ay Ennis que nos conocemos y vas a pasar un mal rato, seguro que si. Que no tenías que haber salido de casa, te lo digo yo. Trátame bien a Ennis, Alitas, que fuera de su caravana se siente perdido como un pulpo en un garage...
Estamos expectantes...
Un besito

Anónimo dijo...

Alas amiga como siempre creó que nos tienes a todos en vilo que le ocurrira a nuestro Ennis en México,bueno esto esta increible.
Sabes vi Proof el fin de semana y si no fuera por el encantador Jake sería una peli olvidable en tres días,yo pensaba y este chico hizo al inolvidable Jack Twist....nose sin comentarios la peli Ultramar.

El César del Coctel dijo...

Alas, me has emocionado y hasta hecho saborear las tortillas, me he antojado de tacos...mmm...

Y me dejas en el limbo... y como Nuria, creo que Jack salió de su boca... seguiré