Relatos de la montaña: El muchacho

- ¿Cómo me dejé arrastrar hasta aquí?... – pensó Mountain en voz alta.
- Eso ya no tiene importancia – respondió You en un susurro -, lo importante es: ¿seguimos?...

Ambos estaban tumbados a la orilla de un barranco, boca abajo, observando…

- ¿Y mi camioneta?…, ¡no podemos abandonarlo todo! – respondió la chica.
- Ya oíste al muchacho, pertenecemos a este lugar, es lo que nos dijo…

Mountain sintió un nudo en el estómago al recordarlo, tanto correr sin rumbo y finalmente; quien los encontró, fue el perseguido...

EN EL BOSQUE

- Van hacia el sitio equivocado…

Las piernas de los chicos flaquearon. Llevaban unos minutos esquivando ramas en medio del bosque, persiguiendo algo que habían perdido de vista hacía mucho y de pronto; esa voz, apenas un susurro que llegó a sus oídos con una nitidez escalofriante.

- ¿Dijiste algo? – preguntó Mountain, frenando en seco su carrera.
- No… - murmuró You y soltó la mano de su acompañante para secar el sudor de su frente -, …también lo has oído.
- Te advierto que si es una broma, no tiene gracia… - la chica podía sentir los latidos de su propio corazón. Miró alrededor y vio los tenues rayos de luna colarse entre los árboles.
- ¡Quién anda ahí! – gritó You y la joven dio un brinco.
- Están yendo en la dirección contraria – respondió la voz.

Mountain y You retrocedieron un paso y volvieron a enlazar sus manos.

- ¡Deja de jugar y sal de dónde estés!... – dijo You más muerto que vivo.

El mismo sonido de ramas crujiendo que escucharan antes, llegó hasta sus oídos.

“Dios Mío”, pensó Mountain, “pero qué diablos hago yo en el medio del bosque con un desconocido y un fantasma”.

- Si siguen en esa dirección, sólo conseguirán alejarse de la montaña…

Dos pares de ojos; desorbitados por el miedo, vieron acercarse a un muchacho. A pesar de la penumbra reinante, pudieron distinguir su mirada dulce acompañada de una sonrisa amistosa.

- Ibamos en la dirección correcta – dijo You cuando pudo recuperar el habla – es a ti a quién perseguíamos…y te encontramos, mejor dicho…nos encontraste...
- Ustedes se dirigen hacia las laderas de la montaña, yo sólo debo indicarles el camino.
- ¿Cómo sabes que vamos a la montaña? – preguntó Mountain a la defensiva -, ¿por qué nos sigues?.

El muchacho sonrió y extendió una de sus manos hacia You..

- Toma, es la bolsa de correspondencia, dejé unas cartas ahí.

El chico tomó la bolsa con dedos temblorosos.

- ¡Estuviste en la camioneta! – exclamó Mountain, horrorizada -, si me has robado…
- Tu camioneta está bien – la tranquilizó el muchacho – , ahora deben seguir, algunos ya llegaron.
- ¿De qué diablos estás hablando? – el nerviosismo de la chica, contrastaba con la aparente pasividad de You.
- Síganme y sabrán de qué hablo…

El muchacho se echó a andar y You fue detrás de él, como en un estado hipnótico. A Mountain, no le quedó más que seguirlos, cualquier cosa era mejor que quedarse sola en medio del bosque, ¿acaso era la única que conservaba algo de sentido común y encontraba la situación de lo más extraña?.

A los pocos minutos de andar, lograron salir de en medio de los árboles y fueron iluminados por la luna, que ahora los acompañaba desde las alturas.

- ¿Eres un vaquero? – preguntó la joven cuando pudo distinguir completamente la silueta del misterioso muchacho. Vestía como un cowboy, de esos que sólo veía en las películas.
- Alguna vez lo fui… – respondió y sonrió.

Ni con el mayor esfuerzo, la chica hubiese podido describir la sensación que la invadió al contemplarlo, el miedo desapareció por completo y una paz inmensa la recorrió de pies a cabeza.

- Es aquí, bajo esta quebrada – continuó el muchacho -, busquen a los que ya llegaron. Este es el lugar al que pertenecen.

Mountain y You, notaron por primera vez, que estaban a orillas de una pendiente. Avanzaron unos pasos y dieron un vistazo. Estaba tan alto, que no lograron distinguir lo que había más abajo.

- ¿Y cómo se supone que vamos a llegar? – preguntó You, pero al voltearse, vio con asombro que el muchacho ya no estaba ahí -, ¡ehhhhhhhhhhhhhh!, ¡vaquero!, ¿dónde estás?...¡vaquerooooo!...
- ¡No insistas, se ha ido! – Mountain se llevó una mano al pecho - ¡y ahora nosotros qué hacemos!...

You tragó saliva, miró la bolsa que llevaba entre las manos, luego a Mountain y dijo:

- Dejó unas cartas, tengo que llegar a ese sitio y entregarlas…

Acto seguido, se arrodilló en el suelo y se tendió boca abajo. Avanzó arrastrándose con los codos hasta la orilla y miró hacia el fondo de la quebrada. La chica lo observaba con la boca abierta.

- ¡Dios Mío!, ¡tienes que ver esto! – exclamó con voz temblorosa.
- ¿Qué?, ¿pretendes que me arrastre por el suelo?, ¡ni lo sueñes!... – Mountain se cruzó de brazos, fingiendo indiferencia.
- ¡Hay gente allá abajo! – siguió el chico.
- Está muy hondo y oscuro, es imposible que puedas ver algo – rebatió ella, mirándolo de reojo.
- ¡Te digo que hay gente!...

Mountain lanzó un largo y sonoro suspiro.

- Está bien, voy a mirar – dijo impaciente -, pero como no haya nada…

Con sumo cuidado se tendió al lado de un absorto You. “Ay, mi pobre ropa”, pensó, al sentir la humedad de la tierra.

- ¿Y bien?, ¿dónde está la gente?... – no pudo acabar de hablar, porque apenas bajó la mirada, un espectáculo sorprendente se presentó ante sus ojos, tanto, que por unos segundos se sintió mareada - ¡pero qué es eso!, ¡parece que el cielo se hubiese vuelto del revés!...
- ¡Son fogatas! – You se volteó a mirarla con la más ancha de sus sonrisas -, parecen estrellas en el firmamento, pero son muchas hogueras, una junto a la otra…
- Es…increíble…
- Y hermoso – continuó el chico, emocionado – debemos ir…

La chica no estaba muy segura, nada de eso podía ser real.

- Cuando amanezca, buscaremos un camino. Todo será más fácil en el día…
- ¿Cómo me dejé arrastrar hasta aquí?... – pensó Mountain en voz alta.
- Eso ya no tiene importancia – respondió You en un susurro -, lo importante es: ¿seguimos?...